PERITONITIS INFECCIOSA FELINA

Nela, una gatita de 5 meses de edad, se presenta en consulta por apatía y abdomen distendido, aunque come normalmente. En la exploración presenta fiebre (40.3ºC), y el abdomen inflado hace sospechar de ascitis (presencia de líquido libre en el abdomen) por lo que se realiza una radiografía y una ecografía con obtención de este líquido por punción ecoguiada.

Se amplían pruebas con un análisis sanguíneo completo, donde presenta pérdidas de proteínas (Albumina) y aumento de los glóbulos blancos; una prueba de Leucemia e Inmunodeficiencia Felina que sale negativa y un estudio del líquido que se clasifica como trasudado modificado con test de Rivalta positivo.

Con esta sintomatología, así como las pruebas realizadas, nuestro diagnóstico es de Peritonitis Infecciosa Felina (PIF). Esta enfermedad está causada por un coronavirus específico de los gatos muy extendido en la población y que se infectan fácilmente cuando son cachorros provocando una simple diarrea. En algunos gatos, sin embargo, este virus queda latente y acaba mutando en una versión más virulenta y fatal para los gatos.

Esta versión del virus provoca una importante inflamación en el organismo de los gatos que desemboca en líquido libre en cavidades, como tórax y abdomen (forma húmeda) o en masas en la cavidad abdominal (forma seca), así como apatía y anorexia de rápida evolución.

Hace unos años esta enfermedad era incurable, siendo los glucocorticoides un tratamiento paliativo que solo alargaba la esperanza de vida del paciente. Sin embargo, desde hace unos años, y con la aparición del coronavirus humano, se han descubierto nuevos fármacos que ayudan a combatir el virus y que pueden ser curativos en gran parte de los pacientes, aunque aún se está estudiando su eficacia muestra resultados esperanzadores.

Y este es el caso de Nela, nuestra gatita diagnosticada de PIF que después de 84 días de tratamiento sigue dando guerra con una rápida respuesta al tratamiento cuando, hace unos años, su desenlace hubiera sido fatal.