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Convulsiones en perros

Las convulsiones en animales de compañía son motivo relativamente frecuente de consulta en medicina veterinaria. En este artículo comentaremos las causas, signos clínicos y manejo terapéutico de las convulsiones en perros. Es importante diferenciar entre convulsión y epilepsia, ya que aunque a menudo se utilicen estas palabras conjuntamente, no quieren decir lo mismo.

¿Qué son las convulsiones?

Una convulsión es la manifestación clínica de un problema en la actividad cerebral. Las neuronas son las células encargadas de transmitir la información al cerebro mediante impulsos eléctricos. Aunque no se conoce su mecanismo al 100%, sabemos que las convulsiones se inician después de producirse un estímulo de excitación continuada en las neuronas. Casi el 3% de los perros atendidos en la clínica sufren cuadros de convulsión: dentro de este grupo, en el 89% de los casos el diagnóstico definitivo es de epilepsia idiopática (que no se conoce la causa científicamente). En el resto de pacientes, las convulsiones son causadas por una enfermedad sistémica. Las convulsiones, por tanto, son un síntoma y no una enfermedad como tal.

¿Qué es la epilepsia idiopática?

La epilepsia idiopática es un trastorno de la función cerebral caracterizado por la presencia de convulsiones que van dándose durante la vida del animal, sin estar relacionado con ninguna enfermedad secundaria. En consecuencia, estos pacientes no tienen otros síntomas, y llevan una vida completamente normal entre episodios convulsivos. Hay razas que están predispuestas a tener epilepsia idiopática, como son: Pastor Alemán, Golden Retriever, Labrador, San Bernardo, Cocker, Alaskan malamute, Husky, Setter Irlandés, Caniche y Collie. En caso de ser un perro epiléptico, los síntomas suelen iniciarse entre los 6 meses y los 5 años, siendo más frecuente la aparición entre los 1 y 3 años de vida.

¿Cómo puedes identificarla?

Aunque la epilepsia puede manifestarse de forma diferente a diferentes individuos, existe un patrón fácilmente distinguible. En la mayoría de casos, el animal sufre una alteración de la conciencia, se queda rígido en el suelo, tumbado de lado, presentando movimientos de pedaleo con las extremidades, movimientos de masticación con la mandíbula, salivación excesiva, y frecuentemente micción y defecación involuntaria . Estos signos no siempre se dan, y no siempre se dan en el mismo orden, variando entre pacientes. En ocasiones, el animal puede sufrir una convulsión parcial, afectando sólo a un lado de la cabeza o una extremidad, sin perder al animal el estado de conciencia. Por eso es muy útil que grabe un vídeo del episodio, para que podamos ver en consulta cómo se ha desarrollado el episodio convulso, y para confirmar si se trata realmente de una convulsión.

Tres fases de las crisis convulsivas

Todas las crisis convulsivas tienen tres fases diferenciadas: fase pre-ictal, fase ictal y fase post-ictal. Aunque no es importante recordar estos nombres, es importante explicárselas, ya que saber identificar una fase pre-ictal le puede permitir anticiparse a un episodio convulsivo.

Fase pre-ictal o aura: es la fase previa a un ataque convulsivo. En esta fase, es frecuente observar cambios en el comportamiento de los animales, como pedir atención a los propietarios, estar intranquilos, o esconderse y querer estar solos.
Fase ictal: es la fase de convulsión como tal.
Fase post-ictal: Cuando la crisis convulsiva ocurre, nos encontramos en la fase post-ictal. En esta fase es frecuente ver a los animales agotados, aunque algunos casos pueden mostrar hiperactividad. Podemos también observar déficits neurológicos en muchos casos: a veces, esto implica problemas de equilibrio, desorientación, una marcha anormal… Aunque estos déficits pueden parecer preocupantes, la mayoría de las veces hay una recuperación neurológica completa después de unos días.

¿Cuáles son las causas de la epilepsia?

Las causas de las convulsiones son diversas: trombosis, encefalitis o meningitis, traumatismos, congénitas, enfermedad hepática, hipoglucemia, enfermedad de la glándula tiroides, intoxicaciones, tumores, y más. Es por ello que deben realizarse numerosas pruebas para poder diagnosticar la causa de un episodio convulsivo, siempre que haya una causa detectable. En caso de no encontrar ninguna enfermedad subyacente que explique las convulsiones, puede establecerse que el perro presenta epilepsia idiopática, es decir, es epiléptico sin causa específica alguna.

Las pruebas necesarias normalmente son: analíticas de sangre y orina, pruebas de diagnóstico por imagen (radiografía, TAC, resonancia magnética), análisis del líquido cefalorraquídeo, entre otros. Es posible que sólo se requieran algunas de estas pruebas para obtener un diagnóstico, pero en la gran mayoría de casos necesitaremos realizarlas todas para obtener un diagnóstico correcto.

Tratamiento

El tratamiento varía según la causa. En las convulsiones causadas por una enfermedad subyacente, el tratamiento va encaminado a controlar esta enfermedad. En caso de ser una epilepsia idiopática, el tratamiento varía en función del intervalo de tiempo que exista entre crisis convulsivas y la intensidad de éstas. Cuando se instaura un tratamiento en fases iniciales de la enfermedad, aproximadamente el 80% de los casos se controlan de forma satisfactoria en muy poco tiempo.

¿Qué hacer cuando nuestra mascota presenta una crisis convulsiva?

En primer lugar, es muy importante no alarmarse y mantener la calma. Se deben retirar objetos que el animal tenga a su alrededor para evitar que se haga daño. Del mismo modo, debe vigilarse porque la mascota puede volverse agresiva involuntariamente y morder a una persona que intenta ayudarla.

En caso de ya tener un diagnóstico de la enfermedad, se tendrán que administrar las medicaciones pautadas por el veterinario o veterinaria, dejando al animal en un lugar tranquilo, oscuro, y esperando a que se calme y acabe el episodio. Nunca deben administrarse medicaciones sin que hayan sido pautados por un profesional, ya que según qué medicaciones podrían tener consecuencias graves.

Es correcto contactar con su veterinario o veterinaria para que le puedan guiar y dar información sobre cuáles serían los siguientes pasos a seguir.