Probablemente, muchos de vosotros no habréis oído nunca esta palabra: “etólogo”. Sin embargo, en los últimos años un número creciente de propietarios de perros ha utilizado sus servicios. A su vez, quienes sí conozcáis esta “extraña” profesión puede que no tengáis una idea clara de cuál es su función o en qué puede ayudarnos con vuestro perro.
Desde un punto de vista científico, la etología es una rama de la biología, la que se encarga de estudiar el comportamiento de los animales, sean de la especie que sean. También estudia el comportamiento humano (etología humana), compartiendo conocimientos con otras disciplinas académicas como la antropología o la psicología.
Inicialmente se desarrolló como una ciencia experimental, concentrándose en dos ámbitos principales: Los estudios de campo, es decir, la observación de la conducta de los animales en la naturaleza, y el trabajo en el laboratorio, para poder nvestigar los distintos factores que caracterizan, desencadenan y modifican los comportamientos animales.
¿Cómo llegó a aplicarse en el mundo canino?
Los perros, como cualquier otro animal, muestran diferentes comportamientos. Unos son típicos de su especie, como ladrar, marcar con orina, etc., y otros son aprendidos de distintas formas. Sin embargo, las conductas que observamos en ellos generalmente son el fruto de la interacción del aprendizaje, en el entorno (incluida la familia con la que conviven) y sus características “innatas”.
Los adiestradores caninos fueron los primeros en estudiar dichos comportamientos y en darse cuenta de que se podían potenciar, reducir, eliminar, etc., aplicando distintas técnicas.
Posteriormente, el aumento en la demanda por parte de los propietarios de servicios más especializados, sobre todo en lo referente a la corrección de distintos problemas de conducta, motivó la incorporación al mundo canino de otros profesionales con diversa formación: Los etólogos.
Por tanto, hablando en general, un etólogo canino es el profesional que se encarga de estudiar el comportamiento de los perros, sus causas y la forma de modificarlo.
¿Son iguales todos los etólogos?
Quizás es este el aspecto que más confunde a los propietarios y es debido a que, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos, las competencias y “categorías laborales” en tema de comportamiento canino no están definidas claramente.
Así, cualquier profesional que trabaje con perros y se dedique a “modelar” y/o modificar su comportamiento puede ser considerado un etólogo canino en el amplio sentido del término. Lo que diferencia a unos profesionales de otros es su formación académica y laboral.
En este aspecto, algunos tienen formación universitaria y han cursado estudios de psicología o de biología. Otros, teniendo o no esa formación universitaria, se han formado en técnicas de adiestramiento y modificación de conducta canina y, no pocos, son autodidactas y han adquirido su experiencia a través del trabajo diario con perros. Por último, hay otro grupo de profesionales que poseen una formación diferente: los etólogos veterinarios.
Los comportamientos normales de los perros están muy relacionados con su fisiología (cómo funcionan sus órganos y sistemas), pero, además que algunas conductas están provocadas por enfermedades y por estados patológicos “anormales”, como la ansiedad.
¿Cuál es la diferencia?
Como la diferencia fundamental reside en la formación académica y profesional que haya recibido, cada uno de estos profesionales puede abordar unos aspectos del comportamiento u otros.
Quizás la mejor manera de entenderlo es hacer una comparación con el comportamiento humano, haciendo hincapié en que los perros no son como nosotros y que son solo unos ejemplos. Así, cuando una persona quiere aprender a realizar una actividad lo que busca es un profesor. De la misma forma, si un propietario quiere que su perro aprenda diferentes órdenes, agility o una habilidad específica, deberá recurrir a un adiestrador canino acostumbrado a trabajar en esos campos.
En cambio, si la persona pretende, por ejemplo, mejorar sus capacidades para afrontar problemas o “no perder la compostura” al hablar en público […] lo más recomendable es recurrir a la ayuda de un buen psicólogo. En el caso de nuestro perro, un etólogo canino con conocimientos en técnicas de modificación de conducta y formación académica puede ayudarnos, por ejemplo, a hacer que el animal sea más sociable con otros perros o que deje de escaparse para perseguir a los gatos.
Por ultimo, si una persona sufre una depresión o anorexia nerviosa, lo que hace es acudir al psiquiatra. Los psiquiatras, a diferencia de los psicólogos, han estudiado farmacología, patología, etc., y pueden hacer diagnósticos exactos del problema que padece la persona y prescribirle medicamentos que le ayuden a corregir su problema.
Según este razonamiento, si un perro se angustia al quedarse solo en casa, tiene pánico a los petardos o es agresivo con otros perros o personas, lo ideal sería contactar con un etólogo veterinario, ya que podrá determinar si esa conducta obedece o no a un problema médico, cuál es el diagnóstico correcto y si es necesario ayudar a animal usando fármacos que reduzcan el miedo, la ansiedad, etc.
Al igual que en las personas un psiquiatra suele trabajar en colaboración con un psicólogo para ofrecer un tratamiento integral al paciente, en los perros, un etólogo veterinario puede recomendar el trabajo con un etólogo no veterinario o adiestrador si el caso lo requiere. No son profesionales incompatibles.
Fuente: Revista Mi perro y yo. Educación “Qué es un etólogo” (Nº 7, Septiembre 2015)